Caminar por la bulliciosa Estambul es una experiencia única. Descubrir asombrados Santa Sofía, cruzar el Puente de Gálata y dirigirte a uno de los barrios más animados y modernos de la ciudad, contemplar el Cuerno de Oro y el Bósforo, sortear cientos de puestos y personas en el Gran Bazar o descubrir los aromas del Bazar de las Especias son sólo algunas de las cosas que no debes perderte si visitas Estambul. La conexión que se establece con esta efervescente ciudad de contrastes es una de las razones por las que todo el que la visita regresa maravillado.
Basílica y mezquita Santa Sofía, la joya de la corona
Esta antigua basílica bizantina, reconvertida en mezquita en el año 1453, sigue considerándose hoy un prodigio de la arquitectura antigua. Con su gran cúpula que parece suspendida en el cielo, Santa Sofía fue construida en el siglo VI durante el reinado del emperador Justiniano. De su conversión en mezquita tras la conquista otomana surgieron los cuatro minaretes que hoy caracterizan parte del perfil urbano de la ciudad.
Ligeramente iluminada, los rayos de sol inciden sobre los grandes medallones que penden de la cúpula, resaltan el dorado de los mosaicos y engrandecen la sala principal. Todo el que la visita coincide en afirmar que en su interior se respira una atmósfera especial y llena de magia.
La Cisterna Basílica y el Hipódromo de Constantinopla
A solo unos metros de Santa Sofía se encuentran otros dos monumentos de Estambul de la época del emperador Justiniano:
La Cisterna Basílica de Estambul es un depósito de agua que servía para dotar a Constantinopla de agua en caso de ser asediada. Pero el nombre más evocador con el que es comúnmente conocida es el de “Palacio sumergido”, haciendo alusión tal vez a la belleza del reflejo de sus múltiples columnas en el agua.
El Hipódromo de Constantinopla era el lugar de ocio donde las clases altas del Imperio Bizantino disfrutaban de sus espectáculos preferidos: carreras de carros, música, acróbatas y fieras. Hoy en día solo podemos pasear por su interior e imaginar como debió ser en su época dorada.
La Mezquita Azul y la Mezquita de Suleiman
Situada justo enfrente de Santa Sofía y al lado del Hipódromo, la Mezquita Azul debe su nombre a que alberga en su interior suntuosos mosaicos de azulejos Iznik en tonos azules. Pero lo más característico de esta mezquita es su exterior, que, con sus seis alminares y su cascada de cúpulas, conforma otro de los edificios que definen el skyline de la ciudad.
A 20 minutos a pie de la Mezquita Azul se alza sobre la colina que domina el Cuerno de Oro otra de las más importantes de Estambul: la Mezquita de Suleiman. Construida 1.000 años más tarde que Santa Sofía pero claramente inspirada en ella, hoy sigue siendo la mezquita más grande de la ciudad.
Mezquita Nueva
Situada cerca del Puente de Gálata y muy cerca del Bazar de las Especias, la Mezquita Nueva de Estambul tiene, a pesar de su denominación, 400 años de antigüedad. Sus bóvedas y minaretes son espectaculares y su interior también es impresionante, con sus increíbles vidrieras, sus azulejos de Íznit y sus ornamentos de oro y mármol. En su momento, la construcción de esta mezquita generó mucha polémica, porque aquí es encontraba el barrio judío y se interpretó como una imposición del credo islámico. En su mausoleo se guardan los restos de cinco sultanes.
Los palacios: Topkapi y Dolmabahçe
Uno en la parte antigua y otro en la nueva, estos palacios de Estambul dan una idea de la riqueza y fastuosidad con la que vivían los antiguos sultanes otomanos. Topkapi, inaugurado poco después de la conquista otomana, fue la sede de este imperio hasta mediados del sigo XIX, momento en el que se trasladó al Palacio de Dolmabahçe, situado a las afueras de la ciudad.
Oro y piedras preciosas, armas, azulejos de todas las formas y colores y unas vistas únicas del Cuerno de Oro es lo que podrás disfrutar si visitas Topkapi. Influencias barrocas, rococós y neoclásicas te esperan en el de Dolmabahçe, mucho más moderno y occidental, pero igual de interesante.
Palacio Beylerbeyi, un pequeño Versalles
El Palacio Beylerbeyi es uno de los muchos edificios nobles que los líderes turcos construyeron en el siglo XIX en las costas del Bósforo. En este caso, fue el sultán Abdülaziz quien levantó esta suntuosa edificación como su residencia de verano. Se trataba del segundo palacio construido en el Bósforo y aquí el sultán recibía a visitantes tan ilustres como el emperador Francisco José, la emperatriz Eugenia de Montijo, el rey Eduardo VIII o el Sha de Persia. Parece un mini Versalles en el que confluyen Oriente y Occidente.
El Puente y la Torre Gálata
Situado sobre el Cuerno de Oro, los 450 metros de longitud del Puente de Gálata comunican la parte antigua con la parte nueva de la ciudad, la más moderna y cosmopolita. Descubre los numerosos restaurantes y bares que se sitúan en la parte inferior del puente, y no dejes de visitarlos si buscas donde comer en Estambul o deseas degustar pescado fresco y otros deliciosos platos turcos.
Al otro lado del puente encontrarás la Torre de Gálata, otro de los tesoros de la antigua Constantinopla y una de las cosas que se deben ver en Estambul. Considerada una de las torres más antiguas del mundo (data del año 528), subir sus 61 metros merece la pena para obtener las mejores vistas de la urbe.
De compras en el Gran Bazar y el Bazar de las Especias
Recorrer algunas de las 64 calles y más de 4.000 tiendas que forman parte del Gran Bazar de Estambul es otro de los ineludibles en tu visita a Estambul. No solo podrás hacerte con un pieza única de artesanía, bisutería, ropa o complementos, sino que estarás conociendo uno de los mercados más grandes y antiguos del mundo.
Ahora bien, si prefieres vivir una experiencial más sensorial, desplázate hasta el barrio de Eminönü, muy cerca del Puente de Gálata, y déjate llevar por los aromas, bullicio, colores y sabores del otro bazar imprescindible de la ciudad, el Bazar de las Especias de Estambul. Es uno de los lugares que tienes que visitar en Estambul para degustar los sabores y la comida típica turca: dulces, frutos secos, especias, quesos y otras delicias.
Avenida Istiklal
Es como la Gran Vía de Estambul. Hay que pasear por Istiklal Caddesi (avenida de la Independencia) para tomar el pulso a la ciudad moderna y más cosmopolita. Con unos tres kilómetros de longitud, es una de las arterias urbanas más transitadas del mundo ya que está plagada de tiendas exclusivas, librerías, galerías de arte, teatros, cines, cafés, discotecas, restaurantes… Durante la época bizantina, vivían aquí los comerciantes genoveses y venecianos. Su histórico tranvía es uno de los elementos singulares de esta avenida que se extiende desde el barrio medieval genovés que rodea la Torre de Gálata hasta la plaza de Taksim.
La Plaza Taksim
Y de la antigua Estambul, a la más reivindicativa y alternativa. La Plaza Taksim, en la parte europea, ha sido epicentro de manifestaciones políticas, y hoy es el punto neurálgico de la parte más cosmopolita de la ciudad. Tiendas multinacionales, restaurantes de moda y lujosos hoteles parten de la plaza y se suceden por la calle principal, Istiklal Cadessi o Avenida de la Independencia.
Iglesia de San Salvador de Chora o de Cora
De difícil acceso, dado que no llega ni autobús ni tranvía, la bellísima iglesia de San Salvador de Cora o de Chora, del siglo XIV, merece la pena ser visitada porque es uno de los edificios mejor conservados del arte bizantino. Convertida en mezquita durante el dominio otomano, sus frescos y mosaicos fueron cubiertos con yeso, pero hoy luce en todo su esplendor.
Cuerno de Oro, un tesoro natural
El Cuerno de Oro es el nombre que recibe el estuario natural que se halla a la entrada del estrecho del Bósforo y que divide Estambul en dos zonas diferentes. Fue utilizado por la flota bizantina como un puerto natural y ha sido protagonista de muchos episodios de la turbulenta historia de Estambul, además de proteger a griegos, romanos, bizantinos y otomanos durante miles de años. Tiene 7,5 kilómetros de largo y 750 metros de ancho y está atravesado por cuatro puentes, entre ellos el Puente de Gálata.
Un crucero o ferry por el Bósforo
Para obtener una perspectiva única de la ciudad, presumir de haber estado entre Europa y Asia, y tal vez detenerse en Üsküdar (ya es Asia) para contemplar uno de los mejores atardeceres de la ciudad, merece la pena coger un ferry o hacer un crucero por el Bósforo. Es algo imprescindible que tienes que hacer en Estambul. El broche perfecto para unas vacaciones de ensueño.
Torre de la Doncella
Dicen que la Torre de la Doncella (también conocida como Torre Leandro) fue erigida en la costa de Üsküdar por un emperador para salvar a una de sus hijas de una muerte segura, que finalmente no pudo evitar. Es una de las construcciones más antiguas de Estambul y hoy se utiliza como cafetería y restaurante con vistas al mar.
Museo Arqueológico de Estambul
Situado en uno de los patios del Palacio Topkapi, el Museo Arqueológico de Estambul fue fundado en 1891 por el pintor y arqueólogo turco Osman Hamdi Bey. Sus colecciones están repartidas en 20 salas. La galería de Arqueología Clásica exhibe una serie de magníficos sarcófagos, entre los que se halla el de Alejandro Magno; la Colección de Arte Oriental contiene parte de la Puerta Babilónica de Istar y la Colección de Cerámicas y Joyas está alojada en el célebre Pabellón de los Azulejos. Si te gustan la antigüedades, no lo dudes: es una de las cosas que tienes que ver en Estambul.
Museo de Arte Turco e Islámico
El Museo de Arte Turco e Islámico es uno de los centros artísticos más importantes de Estambul. Contiene más de 40.000 piezas, además de una curiosa sección de etnografía, y está ubicado en el antiguo palacio de Ibrahim Pasa, del siglo XVI, situado junto al Hipódromo y la Mezquita Azul. Se pueden contemplar alfombras, cerámicas, caligrafías, esculturas, sarcófagos, ediciones del Corán, atriles… y hasta la Puerta de la Gran Mezquita de Cizre. En su patio, disfrutarás de unas bonitas vistas de la Mezquita Azul.