Gran Bazar de Estambul, para perderse y maravillarse

Todo resulta espectacular en el Gran Bazar, un lugar mítico de la metrópolis turca en el que es fácil perderse y maravillarse. Imposible no pensar en los cuentos de Las mil y una noches cuando se entra en este fabuloso recinto al que el paso del tiempo no ha robado sus peculiaridades. Hasta por 22 puertas diferentes, que dan a unas 58 calles, se puede acceder a él. Está situado en la zona de Sultanahmet, cerca de los barrios de Çemberlitas y Beyazit, a escasa distancia del centro histórico de la ciudad y sus monumentos más emblemáticos.

Cientos de miles de visitantes acuden cada día a recorrer el laberinto de tiendas de este gran espacio en el que es posible comprarlo todo: joyas, alfombras, piezas de orfebrería, telas… Imposible no sentir un especial aturdimiento ante la mezcla de sonidos, olores, sabores y colores que inunda este enclave mágico, famoso por la práctica del regateo. Si te gustan las especias, no dejes de pasarte por otro gran espacio comercial: el Bazar de las Especias.

Historia del Gran Bazar de Estambul, viaje al Imperio Otomano

El origen del Gran Bazar se remonta a los tiempos del sultán Mehmet II, en el siglo XV. El mandatario inició la construcción de bazares cubiertos, que recibían el nombre de “bedesten” y que se dedicaban a la venta de telas y sedas. Poco a poco se fueron ampliando e incluyendo otro tipo de productos. Los talleres gremiales se agruparon por zonas y con el tiempo las calles que los acogían fueron cubiertas por bóvedas, dando lugar a la fisonomía del Gran Bazar tal como lo conocemos.

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Gran Bazar

La distribución de las tiendas por especializaciones se mantiene a día de hoy y es una de las características del recinto. Las puertas de entrada, hasta 22 en total, conducen a distintas zonas de venta. Si se conocen los accesos es fácil llegar al área de joyería, alfombras, cerámica, calzado, vestimenta, alimentación, productos artesanos, especias y demás.

Es fácil viajar en el tiempo cuando se recorre esta ciudad de los tesoros dentro de Estambul. La enorme extensión del Imperio Otomano en tres continentes, y su control de las comunicaciones entre Asia y Europa, convirtieron al Gran Bazar en un enclave económico importantísimo del comercio mediterráneo. Según distintas fuentes de viajeros y cronistas, hasta aproximadamente la mitad del siglo XIX, el enorme mercado no tenía rival entre sus iguales de Europa, en cuanto a la abundancia, variedad y calidad de sus productos.

Las distintas etapas del Gran Bazar de Estambul

La arquitectura del lugar ha mantenido sus principios esenciales, pero han sido muchos los desastres que ha sufrido el entorno. Incendios y terremotos a lo largo del tiempo han requerido distintas remodelaciones. La forma actual, con sus 45.000 metros cuadrados de superficie, es la que resultó de las mejoras que se realizaron tras un terremoto acaecido en 1984.

Las tiendas del Gran Bazar han sido mucho más que lugares de transacción comercial. En el pasado se trataba de rincones de encuentro y conversación. Los mercaderes se sentaban en divanes de madera, frente a sus pequeños estantes, y los clientes podían sentarse junto a ellos y conversar mientras saboreaban un té o un café turco. La charla giraba en torno a los productos, pero había tiempo para extenderla a otras muchas cuestiones. En algunos locales esta costumbre se conserva y aún es posible ver que los comerciantes ofrecen un té de manzana a los clientes menos apresurados.

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Gran bazar

Actualmente en el Gran Bazar trabajan más de 10.000 personas. Sus entusiastas vendedores son conocidos, además de por su habilidad en el regateo, por su dominio de idiomas para atender mejor a los clientes.

Consejos y trucos para moverse en el Gran Bazar

En un lugar como el Gran Bazar de Estambul lo primero que hay que tener es mucha paciencia y precaución. Cuando se está ante los más avezados vendedores del mundo, auténticos encantadores de serpientes, conviene tener muy claro lo que se quiere comprar. Quienes encuentren estimulante el arte de regatear, se lo pasarán en grande en el lugar, pero han de tener cuidado, pues pueden irse tan cargados que tendrán que comprar nuevas maletas para el viaje de vuelta.

En Turquía los comerciantes suelen ser bastante respetuosos. No resultan tan agobiantes como en otros países. A los compradores les va mejor cuando se muestran amables y relajados, mucho más si tienen dotes para la conversación y el halago. Se recomienda iniciar el regateo cuando hay verdadero interés por la compra y no echarse atrás después de acordado el precio. Esto último supone una gran ofensa.

Un truco que suele funcionar es ofrecer una cantidad de partida al comerciante. Es una buena manera de empezar a negociar. Y también se obtiene mejor resultado cuando no se manifiesta un excesivo interés. Los vendedores son muy hábiles y si detectan que se desea mucho el producto, pedirán un precio muy alto. Si se sabe regatear pueden llegar a rebajar el precio hasta la mitad de la cifra inicial.

En caso de que no haya indicios de conseguir descuento, las artes del regateo animan a manifestar que se abandona el juego. Entonces es probable que el vendedor acceda a ofrecer el objeto por una cantidad menor. También hay que tener en cuenta que si se compra más de una pieza de un mismo producto, se sale ganando. Y se aconseja llevar dinero en efectivo para las compras pequeñas y dejar la tarjeta de crédito para adquisiciones de relieve como joyas o alfombras.

Qué comprar en el Gran Bazar de Estambul, empecemos por las alfombras y la joyas

¿Qué no se encuentra en el Gran Bazar? En este grandioso mercado, de los más antiguos del mundo, hay de casi todo, pero hay sectores en los que los turcos son maestros. Sucede con las alfombras. La calidad de las mismas es reconocida a nivel mundial. Una de sus características es la forma de tejerlas, con doble nudo. Hay que disponer de tiempo e ir de tienda en tienda para encontrar la pieza perfecta y al mejor precio. Hay que regatear pacientemente.

También hay numerosas joyerías que hacen las delicias de los visitantes. Suelen ser muy caras, pero siempre es posible hacerse con impresionantes gargantillas de oro, de plata, esmeraldas o rubíes, así como con anillos, pendientes, o broches de todo tipo por precios inferiores a los de otros lugares en los que no está bien visto regatear.

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Gran bazar

Ropa, calzado, bolsos, artesanía, souvenirs y especias

Los bolsos, la ropa y el calzado también son un reclamo en el Gran Bazar. Se pueden encontrar piezas originales y falsificaciones muy bien realizadas. Las cazadoras de cuero y los cinturones son muy codiciados por los visitantes. Si el presupuesto es reducido, siempre es posible adquirir algún souvenir de recuerdo. O una pequeña pieza de orfebrería o artesanía.

Jabones y esponjas naturales, así como toallas de algodón orgánico de bonitos colores son otros de los productos más buscados en el mercado. En el Gran Bazar también se pueden encontrar los dulces tradicionales turcos y todo tipo de especias.

El placer de perderse y descansar en un Han

Aunque el objetivo no sean las compras, visitar el Gran Bazar de Estambul se puede convertir en una experiencia deliciosa siempre que no se tenga prisa y se disfrute contemplando el ambiente del entorno y perdiéndose. El bullicio de la gente, los ademanes de los vendedores, los reflejos de las tiendas de joyas y la propia arquitectura del lugar, con sus cúpulas pintadas de azul, ya son motivos suficientes para destinar un tiempo al recorrido.

Tampoco hay que olvidar los pequeños patios que se encuentran en este inmenso rastro. Se denominan Han y en ellos resulta muy agradable descansar del ajetreo de las compras, comer algo y retomar fuerzas para volver a la búsqueda de los objetos deseados. Hay uno muy especial, el Zincirli Han. En su interior se encuentra una de las tiendas de alfombras más famosas del Gran Bazar.

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